Puro corazón
En un taller de
periodismo al que asistí recuerdo que nuestro facilitador nos decía que las
cosas que valen la pena contar son las que nadie más ve. Hay que tener un ojo
crítico y saber escoger con pinzas las cosas de las que queremos hablar.
Escribir es tener un instrumento poderoso en tus manos y dejar que otras
personas disfruten de tu postura, de un recorrido por lugares desconocidos y de
denuncia cuando la sociedad en la que vivimos está en decadencia.
Personalmente
para mí escribir es dejar una puerta abierta, las personas me conocen por lo
que comparto y en cierta forma es una terapia cada vez que siento dolor o creo
que hay algo que merece la pena ser contado. En especial pienso que ola
escritura está para plasmar aquellas historias que llegan a lo más profundo de
nuestras emociones y pueden llegar a ser eternas y atemporales.
Hay muchos libros
que se han convertido en películas y son esas historias difíciles de creer que
no siempre tienen un final feliz pero que nos han hecho meditar profundamente
en nuestra manera de ser y en especial, nuestra forma de encarar la vida.
Uno de esos
libros que se ha escrito para romper esquemas se llama “A long way home” no lo
he leído, pero la adaptación del libro a la pantalla grande es una joya, (no
quiero entrar en tecnicismos, ni análisis cinematográfico, simplemente les
comparto mi apreciación personal). La película se llama Lion, y dentro de los
personajes están dos peculiares que me recuerdan un poco a mi hermana y también
a mí.
Uno de ellos es
el buen Guddu, todo hermano mayor tiene esos tintes de héroe que tenía él. A
veces asumen responsabilidades que no les corresponden, pero aún así están ahí.
Me pongo a pensar en las veces que fui caprichosa con mi hermana y comparo
nuestra relación con la de Guddu y es inevitable que halle tantas similitudes
entre ellos. Los domingos, en la escuela vacacional mi hermana enseñó una vez
que los hermanos son un regalo, y creo que Dios no podía haber preparado mejor
regalo que un hermano. Aunque sean sólo uno está perfectamente diseñado en los
planes de Dios, su carácter, sus dones, todo te lleva a tener a una persona que
estará contigo siempre sin importar lo pequeño que seas o lo grande que eres.
Cuando me
diagnosticaron artritis estaba tan preocupada en saber cómo cambiaría mi vida, pensando
en seguir siendo la misma que no me había puesto a pensar en cómo afectaba a
las personas que me rodeaban. No quería aceptar que tenía personas alrededor
mío que estarían ahí simplemente porque me quieren. Y ahí estaban esas personas
para demostrarme que nada ha cambiado y que lo peor que podía hacer era
sucumbir ante el miedo. Ahí estaba ella, y me gusta ver que
ella crece junto conmigo, que ha encontrado su espacio para ser ella misma y
que esos lazos que tenemos no cambian por mucho que el tiempo pase sobre nosotras.
Cuando vean Lion se darán cuenta que tienen un Guddu incondicional en sus
vidas. Ya tengo a mi Guddu hace 25 años, ¿cómo es el tuyo?
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