Fragmentados
Ayer fuimos a ver
Coco, ya estoy imaginando la cantidad industrial de reseñas, comentarios y
opiniones que hay en redes sociales, prensa escrita y otros medios sobre la
película.
Cuando escuchamos
sobre alguna película que haya sacado Pixar esperamos lo mejor, durante años
han logrado captar a la audiencia no sólo infantil, sino que las historias que
cuentan llegan a los más grandes y horadan nuestros corazones como si fuéramos
niños otra vez.
Valoro mucho
cuando hay un proceso de investigación detrás de cada película, en especial
cuando se trata de costumbres y reflejar la cultura de una sociedad. Esto es
importantísimo, permite que el espectador se contextualice y en especial confíe
en la veracidad de lo que está viendo. Fueron seis años sólo de investigación
sobre la fiesta del Dia de los muertos en México, esta es una festividad que en
especial para los latinos es celebrada por todo lo alto. Es una oportunidad
para que los vivos y los muertos se encuentren en una sola palabra: recuerdo.
En mi familia no
celebramos Dia de los muertos ni Todos Santos que es el equivalente en Bolivia
sobre la fiesta, pero si algo llamó poderosamente mi atención en la película
fue el recuerdo. Me pregunto si todos conocemos exactamente el origen de
nuestra familia. Quienes fueron los que primero comenzaron a cincelar la
historia de la familia Ágreda o Zambrana. Y ahí nuevamente surge la importancia
de esa palabra: recuerdo.
Es lo que los
seres humanos pretendemos dejar en el mundo, todos tenemos miedo al olvido. Y
nos hemos preocupado tanto de ser alguien en este mundo que nos cegamos y
hacemos todo lo posible sea bueno o malo por “vivir nuestro momento” sin
importar la consecuencia.
Coco es una historia
con la que todos nos identificamos, fácilmente hallamos una conexión con cada
personaje. Nos lleva a pensar qué o quienes que forman parte de nuestro ADN
influyen en el camino que seguimos en la vida. Nos anima a dejar el miedo atrás,
y ahondar más en los lazos que compartimos como familia. Hay descubrimientos
que pueden llegar a cambiar totalmente lo que pensamos y la manera en la que
nos relacionamos con las personas.
Ver Coco me hizo
pensar en los días en los que una de mis tías recorre por horas los
anticuarios, creí que era sólo una afición por el pasado. Es mucho más que eso,
y sí está ligada al recuerdo. Pasa por los anticuarios buscando los candelabros
que fueron de mis bisabuelos, que pertenecieron a mi tío abuelo y al morir su
esposa vendió todo. En su búsqueda tiene la esperanza de encontrar un pedazo de
lo que fuimos, es una manera de tener presente lo que fue don Lucho y que no se
pierda.
Sólo espero que
no muy tarde encuentre un trozo de nosotros.
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