Capítulo 4: Comienza el asalto

Una semana antes de navidad viví uno de los asaltos más críticos frente a la artritis. La segunda semana de diciembre ya me tocaba visitar a mi reumatólogo para mi control mensual. Los análisis dejaban ver que existía una ligera inflamación en mi cuerpo y sospechamos que fue por un resfriado. Últimamente este mes he tenido muchos dolores de cabeza y ciertos malestares, de vez en cuando algunas articulaciones se inflaman y tengo molestias en mis actividades diarias.
La visita al reumatólogo fue positiva, todo está bien, las medicinas ayudan y además de esa ligera inflamación el médico estaba contento y decidió mantener el tratamiento y volver a realizar los controles en 10 semanas.
Justo una semana después del control médico sufrí un episodio de demasiado dolor, los días martes, miércoles y jueves me sentía como un esclavo apaleado por su amo constantemente hasta llegar a la inmovilidad. Sé que es una característica de la artritis inflamar tanto las articulaciones que puede llegar a inmovilizarlas por el dolor que representa.
Pienso que durante todos estos meses el que más resentimiento me hizo tener con la enfermedad fue este, luchaba con todas mis fuerzas para que deje de doler, tomé calmantes, me puse compresas de agua caliente y aún así a las dos de la madrugada desperté y me quedé leyendo mi Rayuela de Cortázar hasta que el sueño vuelva nuevamente.
Fue frustrante para mí ni siquiera poder alcanzar la caja de galletas en los estantes, veía como los que me rodean sufrían conmigo e intentaba sonreir a pesar del dolor que estaba sintiendo. Ya me sentí mejor, por lo menos me dio una tregua en Navidad, a veces sigo sientiendo mi codo adolorido pero prefiero no pensar en eso.
La cena de Noche Buena quedamos en agradecer a Dios por algo, y cuando pensé que había sacado toda la tristeza de mi corazón esa tarde volvió. No podía dejar de llorar y sentía esa amargura que no sentía desde que era niña y lloraba por algo que ahora me parece insignificante.


En ningún momento pasó por mi cabeza llegar a pensar que estas cosas podían pasar, pero fue un tiempo en el que aprendí a estar en Paz con Dios, y esa tarde a pesar de que no me gusta llorar delante de otras personas y sentirme fuerte me quebré. Y nunca se los había dicho pero sería muy diferente si no tuviera en mi vida una Beatriz que significa fortaleza, templanza y valor. Un Rolando que cada día fortalece su fe y confía en el Señor la vida de sus hijas. Una Daniela que es apoyo y ayuda cuando mis fuerzas flaquean y me siento limitada y un Enrique que a pesar de mis rabietas y mis berrinches está a mi lado y me dice que a pesar de todo me ama.
Puede ser que este primer round haya sido para la artritis, pero recuerdo que ya aprendí a vivir con ella, a decirle que la aceptaba en mi vida pero que eso no significaba que se aprovecharía de mí, aún quedan muchos más asaltos, y pronto nuevos 365 días para hacerle frente.

Comentarios

Entradas populares