Capítulo 1

Dentro de un mes y unos cuántos días más cumpliré veinticinco años. No me considero adulta, pero creo que durante este último año (2017) el Señor me ha hecho crecer a pasos agigantados.
En julio tuve una cirugía por daño en el cartílago de mi rodilla izquierda, en realidad me encanta jugar voleibol y tarde o temprano (hubiera preferido usar el término nunca) tendría alguna lesión fuerte por el impacto que causa el deporte en nuestro cuerpo. Si me consideraba una persona fuerte, con alta tolerancia al dolor sin embargo los días antes de la cirugía sólo me invadía el miedo.
Miedo a no poder jugar más, miedo al tiempo de recuperación, tener incertidumbre si podría mantener mi nivel de juego; y todo eso me llevó a buscar deportistas en Internet que hayan sufrido alguna lesión en las rodillas e identificarme con ellos. Honestamente mi preocupación giraba más entorno a saber si habían mantenido su nivel de juego o definitivamente se habían alejado de las canchas. Encontré entonces un lema personal, ya que todo mi entorno social y familiar me decía que no volvería a ser la misma de antes, yo respondía con: “Voy a ser mejor”.
En algo tenían razón, no volvería a ser la misma de antes, pero el Señor me ha hecho mejor a través de sus lecciones y sobre todo su gracia. Pasé bien la cirugía, unos cuantos piquetes, sensaciones de inmovilidad, impotencia, ganas de dar pasos firmes al poco tiempo del alta médica y muchas ganas de empezar mi etapa de rehabilitación lo antes posible.
Lo hice bien, el ritmo de trabajo era el adecuado y poco a poco fui recuperando tono muscular en mi pierna y ya quería cambiar pronto de actividades física, en otras palabras, quería correr antes de caminar. Algunos meses después de la cirugía empecé a sentir molestias en mi hombro, mis primeras conclusiones fueron que por la falta de actividad física mis músculos estaban resentidos y sentía la ausencia del ejercicio en algunas de mis articulaciones. Pero eran dolores crónicos, demasiado inexplicables, hasta que una noche mi hombro izquierdo se paralizó por completo y tuve que ir a emergencias para que el dolor calmara. Sí que calmó después de días de necesitar ayuda y tomar algunos desinflamantes, pero fue una alerta para no posponer una visita al médico.
Una serie de análisis y teorías me hicieron creer que tenía mucho estrés, niveles de ácido úrico elevados, tendinitis, algún virus que había cogido durante mi cirugía. Pero soy honesta, nunca pensé que el diagnóstico podía ser artritis reumatoide. Si es algo duro de llevar, en especial las primeras semanas, me costaba creer que a mis veinticuatro años mi cuerpo podía tener una enfermedad que según yo sólo atacaba mujeres de edad avanzada.
Fueron semanas de negarlo, de llorar hasta no tener más lágrimas, de estar enojada con el mundo y enojada con mi cuerpo, no cabía en mi cabeza que mi propio cuerpo me atacara. La artritis es una enfermedad autoinmune que ataca a las articulaciones; el sistema inmunológico no reconoce las articulaciones y produce inflamación (hasta el punto de dejar inmovilizadas tus articulaciones como pasó con mi hombro).  No tiene cura, pero la ciencia ha avanzado mucho en el tratamiento. El primer error que cometí con el diagnóstico fue dejarme llevar por Internet, hay demasiada información que te satura y te hace pensar lo peor. Creo que te desanima más que alentarte, ves fotografías de personas que han sufrido deformaciones, te dicen que en veinte años más tus capacidades se limitan, que hasta abrir una tapa puede llegar a significar el peor dolor de la vida.
Fueron semanas en las que no tenía ganas de estar con las personas que quiero, sin darme cuenta que quizás mi dolor producía más sufrimiento en ellos, en lugar de tenerlos cerca, de querer estar más rodeada de ellos los alejaba. También pasé largos días preguntando a Dios por qué, cuánto más creía que podía soportarlo. Y es justo en este momento en el que su poder se manifiesta, cada persona que hablaba, cada cosa que veía hablaba de dolor, de momentos difíciles, de pruebas; y a pesar de todo ello el Señor estaba ahí fiel para dar palabras de ánimo. Para decir a través de las personas cómo obra en nuestras vidas, cómo no nos abandona y cómo nos moldea y nos rodea de su amor. Son tres versículos que ahora leo cada día y me llenan de fortaleza, me hacen dar cuenta que el Señor cree en mí y me ha dado la posibilidad de hacerme más fuerte en su gracia. Me ha hecho dar cuenta que hay situaciones y personas que sufren mucho más de lo que yo creía que sufría.
Mi hermana me compartió Salmos 139:12 “Ni aún las tinieblas son oscuras para ti, y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para ti”. Primera lección, yo creía que estaba en sombras y me olvidaba de que el Señor es luz en nuestras vidas, cuando lo leí y vi la imagen que lo ilustraba me sentí libre de descansar en sus brazos, dejar que él me consolara.
Segundo momento, ya fui más tranquila a mis primeros controles. El doctor disipó todas mis dudas (aun así, es recomendable buscar una segunda opinión) es obvio que tienes que tener cierto cuidado con las medicinas, cambiar tus hábitos alimenticios y ser disciplinado, pero sobre todo entender que no todo lo que ves en Internet es una fuente confiable y sobre todo confiar en que científicamente se ha progresado mucho sobre el tratamiento. Es posible llevar una vida completamente normal y reducir los síntomas. Para este segundo momento el jalón de orejas llegó con 2º Corintios 12:9 “Y me ha dicho: Bástate en mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose en mí el poder de Cristo. El Señor nunca nos da más de lo que podemos soportar, realmente creo que me considera valiente (:P) pero en el proceso me ha dado una familia más cercana a Dios, el amor de un hombre que está a mi lado a pesar de tanta prueba y sobre todo me ha hecho cambiar mi oración de por qué a gracias Señor.
Ya son dos meses aproximadamente de tratamiento, cambié las medicinas y los análisis dicen que todo en mi organismo está funcionando bien. Las medicinas tienen sus cuidados como cualquier medicamento, y efectivamente no he tenido síntomas como al inicio. Es verdad que algunas veces tengo algunos dolorcillos pero son dos o tres días que he aprendido a sobrellevarlos y controlar el dolor con mi mente. No me detiene como pensé que lo haría, encontré cantantes, deportistas y actores que también tienen artritis y siguen haciendo sus actividades normalmente. Es verdad que tener cualquier tipo de enfermedad produce miedos, y los míos eran no poder hacer las mismas cosas que hago siempre, como mujer tenía miedo de saber cómo reaccionaría mi cuerpo con un embarazo o cómo afectaría la medicina a mi cuerpo. Pero una vez más cuando tuve miedo el Señor habló. En 2º “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y de dominio propio” y para reforzar también puso en mi vida a mi mamá con una voz fuerte que me dijo: Uno supera cualquier obstáculo cuando es mamá, nada te duele y lo puedes todo.
El Señor nos da dones y talentos, espero que escribir sea uno de ellos, podía hacer algo más formal llevar algún control más sistemático, pero prefiero contar lo que el Señor ha hecho en mi vida este tiempo. Fueron meses de picos altos y bajos, meses llenos de frustraciones de lágrimas y temores. Sin embargo, me siento más sana (quizás mejor que antes) han cambiado muchas formas que tenía de ver algunas cosas, pero en lugar de estancarme la artritis me ha hecho soñar más. Tenía la opción de verla como mi enemiga, o quizás un adversario que me deje completamente indefensa y derrotada, pero no le di el chance. Puede ser que un tiempo haya ganado algunas batallas, pero ahora no, no le quiero dar ni la más mínima oportunidad de que sea un factor limitante en mi vida. En efecto no soy la misma de antes, me considero mejor, quiero ser más valiente, más fuerte. Quiero escribir en unos meses más cómo el Señor sigue fortaleciendo mi vida, cómo he crecido más y como mi fe y confianza en él me permiten sentirme bien y estar bien.

Comentarios

  1. Hola Gaby,

    Se exactamente cómo te sientes, hace como 7 años me diagnosticaron Miastenia Gravis, otro tipo de enfermedad auto inmune sin cura, al principio tuve ataques de ansiedad y creí perder toda mi vida, pero no es verdad, hay un cambio grande pero a mi parecer es para bien porque te enseña a pensar las cosas dos veces a ser más cuidadoso y aprender a disfrutar realmente de las cosas, madurarás a un nivel que muy pocas personas son capaces de llegar, ten fe y logra tus objetivos paso a paso.

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
  2. Antes que nada, gracias por leerme :) Paso a paso también siento que me hice más fuerte. Mucha fortaleza y fe en tu vida también.
    Abrazo :D

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares