Al iniciar mayo, hice un pequeño viaje a una de las provincias de Cochabamba que es el lugar donde vivo. 
Está rodeado de árboles nativos y te invita a hacer las pases con la naturaleza, fue un camino también en el que mi pensamiento estaba dividido, distante quizás, y además de reencontrarme con la natiuraleza, fue un momento para pensar con todas mis fuerzas y mi corazón en el Señor. 


En los últimos meses escribí mucho acerca  mi progreso, mis caidas, y ese viaje nuevamente me dio motivos para escribir. Fueron momentos en los que sentí paz y experimenté como Dios habla a través de las personas y nos muestra situaciones que tenemos que pasar para crecer. 
El domingo antes de emprender ese viaje hablamos en la iglesia acerca del inicio de ese éxodo que pasaron los israelitas, tomar la decisión de salir de su área de confort seguramente los confrontó frente a todas sus posibilidades, salir de la comodidad entre comillas que tenían en Egipto o dar un salto de fe y depender por completo del Señor. 
Me sentí en esa situación nuevamente, estamos acechados por los carros de los egipcios que nos persiguen, y el paisaje no parece mejorar. Solo tienes el mar de un lado y por el otro una horda enfuerecida que solo quiere destrozarte. Así es la vida, tenemos dos opciones y hasta nos parece que el Señor nos acorrala contra las cuerdas, y nos olvidamos de depender de él. 
Ese salto de fe es lo más difícil para nosotros, nuestra vida nos ha enseñado que para tomar decisiones tenemos que hacerlo con la cabeza, pensar en las consecuencias, seguir un proceso lógico y tanta preocupación en cierta manera nos aleja de Dios, nos impide vivir con gracia. 
Aún cuando la experimentamos en carne propia. Puede parecer un ejemplo recurrente pero, ¿no han sentido como el Señor pone cargas y obstáculos y pruebas cuando sienten que al fin están en paz con él? Cuando sienten seguridad de una vida espiritual plena surgen nuevas carrozas egipcias que nos asechan, yy muchas veces oí de muchas personas, pastores, líderes, etc., que deberíamos sentirnos felices de las pruebas porque estamos más cerca de Dios. 
Pues bien, con humildad acepté lo que estaba viniendo, pero cuando hay pruebas hay dolor, mucho dolor, mucha incertidumbre y clamé tanto a Dios que nos hablara, que nos haga comprender sus motivos, que nos de consuelo. 
Y recién después de tanto tiempo probablemente aún no comprenda lo que significa vivir por gracia, pero lo etoy viviendo ahora. Entendí que no solo tenemos que esperar que Dios nos hable o se manifieste, siempre ha estado ahí, en los árboles en el viento, en cada respiración que tenemos. Y los busqué y le hablé, lloré con él y pr su gracia muchas personas prepararon el camino, con un versículo, con una prédica y finalmente en esa gracia sus palabras llenaron mi corazón. "No tengas miedo" "Estás en las oraciones de Jesús" "El amor del Señor no tiene fin, no se han agotado sus bendiciones" Lamentaciones 3:19 
Cómo no sentirse reconfortados por su gracia, él pone las pruebas, pero no nos abandona, él sabe cuando es el tiempo perfecto, él camina contigo sufre contigo, él es un Padre que no abandona, confiemos en él, así como fue luz en todo tiempo para los israelitas cuando los egipcios los perseguían es luz en nuestras tribulaciones conoce el límite de nuestras fuerzas y nos renueva cada día. 

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