Un 8 de marzo...


Tenía toda la intención de escribir por lo menos un párrafo acerca del Día Internacional de la Mujer. En mi cabeza tenía conceptos de machismo, equidad, sociedades conservadoras, aires de cambio, etc.
Sé que es un tema complicado, un tema con mucho debate de por medio, muchas posturas, muchas mujeres que piensan que tienen que disfrutar el día y felicitarse, cuando en realidad desde mi punto de vista solo podemos recordar y pensar en todo el camino recorrido. Tanto individual como colectivamente, las mujeres a veces somos las críticas número uno en relación al trabajo de otras mujeres, somos las primeras en desvalorizarnos. O al contrario somos parte de ese equipo de lucha incondicional, que está ahí, aunque no te conozca, que cree en ti, que siente tus problemas, que tiene empatía y algo de lo que hablaré mucho en este artículo es que siente tu dolor.
Estoy camino a mi segundo año de tratamiento, como algunos saben el 2017 fui diagnosticada con artritis reumatoide. Claro está que el primer año fue el más complicado de todos, dolores internos, externos, conflictos existenciales, espirituales, etc. Asumo que es el curso natural en mi camino de aceptación y hasta resignación. Una vez le dije a mi papá esto ya no es un resfriado, sabemos que no me puedes dar una pastilla y al día siguiente estaré como nueva. Pero me dio algo más, esos días en los que llegaba fatigada por soportar todo el día dolor crónico, esos días en los que la posibilidad de moverme estaba realmente limitada podía llorar en sus brazos con la confianza de que pasaría. Viene por un periodo de tiempo y así como llega con fuerza también se va y está dormida.



Mis controles, análisis, muestras, jeringas, pastillas, etc., eran etapas en las que me veía sola, todos los pacientes que conocía no tenían ni de cerca la edad que tenía. A pesar de que los doctores insistían que era más frecuente el diagnóstico a mi edad.
Así que decidí desahogarme y buscar por mi propia cuenta personas, mujeres, instituciones que estén involucradas con la artritis y sean fortaleza, gracias a Dios no tengo ni vivo la misma intensidad de dolores que muchas de ellas sufren. Pero me doy cuenta que alentar a otras personas que alguna vez se sienten como yo, que les cuesta levantarse un día más y tener una jornada más demandante de lo que suele ser nos anima a todas. Nos da el coraje necesario para tener más fuerza de voluntad y sobre todo nos recuerda que no tenemos por qué vivir con nuestra enfermedad solas.
Las redes sociales fueron mi ventana al mundo digital de la artritis, incluso encontré una aplicación que me ayuda a monitorear los síntomas y tener estadísticas acerca de qué épocas del año soy más susceptible a alguna inflamación. Mi universo de mujeres jóvenes con artritis se había expandido, incluso mujeres que tienen la enfermedad desde los 17 años. Mujeres que están iniciando una formación profesional, que son madres, o que usan sus perfiles de Instagram para documentar lo que ocurre en sus vidas. Mayor fue mi sorpresa cuando encontré mujeres con artritis que eran deportistas, que siguen corriendo, que entrenan igual de fuerte, que son fisiculturistas o que trabajan a tiempo completo. Sí como yo.
La artritis del siglo XXI nos permite tener más movilidad, llevar una vida prácticamente normal, nos hace entender que iniciamos un camino en el que estaremos unidas de por vida a la artritis. Tenemos que entender que la artritis es una compañera que estará con nosotros al caminar, al sonreír, al jugar, viajar en cada etapa de nuestras vidas. Será nuestra contrincante en esas batallas interminables en el ring, y no voy a mentir, golpea duro. Tanto que nos deja inconscientes y nos hace cuestionar la posibilidad de levantarnos. En ese momento nuestra fuerza de voluntad susurra al oído, ya toleraste este dolor buen tiempo, ya fuiste valiente, puedes seguir siendo fuerte y levantarte, solo un poco más, ya termina.
Este 8 de marzo fue muy diferente para las mujeres que vivimos con artritis, nos felicitamos por sr valientes, fuer ir más allá de los constantes esfuerzos en contra de una sociedad machista. Representa para nosotras una lucha contra nuestra pre disposición de padecer artritis tres veces más fuerte a padecer enfermedades reumáticas. Fue un 8 de marzo para recordarnos que ser madres, profesionales, activistas, deportistas es posible, a pesar de resignarnos a sentir dolor, que puede ser efímero o constante. Este día internacional de la mujer pensé que en que al tener esta pre disposición que nos lleva a tener artritis o lupus o cualquier enfermedad reumática, tenemos también la valentía para sobre llevarla. Solo por el hecho de ser mujeres.

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