Capítulo 5: Un soplo de vida

Es interesante pensar cómo nos veíamos años atrás, es decir cómo pensábamos que seríamos o qué cosas haríamos en nuestras vidas. Pienso que antes el futuro no me aterraba tanto como lo hace ahora, no tenía que tener todos los cuidados que debo seguir actualmente y era más fácil de alguna manera ser irresponsable.
Al cumplir 25 años ya no es posible, de pronto todas las cargas del mundo llegaron a mis hombros y la responsabilidadha llegado para asentarse y no irse nunca más. Desde el hecho que no debo olvidar tomar mis medicinas y tratar de registrar cuáles son los síntomas que tengo todos los días respecto a la artritis.
Fueron las fiestas de fin de año más tristes que afrontar porque justamente pensaba en eso, en cómo me veía hace años y cómo no tenía tanta responsabilidad sobre mi vida misma. No puedo evitar llorar al pensar que todo sería diferente, que simplemente seguiría con mi vida para siempre y nunca pronunciaría la palabra artritis. Saben, un día visité a un reumatólogo buscando una segunda opinión, creyendo que aún tenía una esperanza de tener sólo una infección que sería pasajera. Realmente guadaba en mi corazón una luz que me permitía ser optimista, pero cuando tuve por segunda vez los análisis que daban positivo nuevamente me dejé llevar y estaba llorando sola en mi habitación. La aetritis me había vencido por segunda vez, mis familia sólo respetó mi soledad y me permitió estar en silencio intentando encontrarme a mi misma y quizás hasta perdonarme por el sentimiento de culpa. Alguna vez le dije a Enrique que estaba enojada conmigo, con mi cuerpo porque él mismo era el que me atacaba y pensaba que había algo malo dentro de mí, y por más que intentara sentirme bien mi sistema inmunológico no perdonaba mis articulaciones, era una frustración que descargaba con él, con mis padres y en lugar de dejar que me rodeen buscaba apartarlos.
Cuando llamé a Enrique para decirle que los análisis dieron positivo una vez más, le dije que la artritis me hbía roto el corazón dos veces. Y me dijo tranquila ya lo sabíamos y ya lo habíamos aceptado no dejes que te afecte más.
Pienso en estas palabras y si lo aceptamos, aprendimos a vivir con ello, pero estas fiestas era inevitable para mi no sentirme mal. Todos hablan de los deseos que tenemos para navidad, unos días después llegaba mi cumpleaños y hubiera dado todo porque esos tres deseos sean estar sana. No tener que sufrr una vez al mes dolor, no tener que sonreir y pretender que todo está bien cuando usar el tenedor y cuchillo se convierte en algo doloroso.
La ciencia aún no ha sabido determinar por qué se manifiesta la artritis, pero creo que fuimos prudentes en el tiempo de haberla detectado, mis articulaciones están bien, las medicinas ayudan y unas cuantas veces al mes me preparo con todo mi arsenal de remedios caseros y calmantes para sobre llevar los episodios más fuertes de dolor que tengo.
En mi pasado nunca imaginé escribir lo que estoy viviendo ahora de esta manera, pero sé que tengo que ser más valiente en mi presente. Tengo miedo para el futuro no lo niego, pero tengo que aprender a dar un paso a la vez y asumir cada día con la alegría de saber que el Señor me da una nueva oportunidad de seguir viviendo. No sé cómo reaccione mi cuerpo con la artritis en unos cuantos años, pero lo estoy ayudando, ahora la artritis será mi compañera en la maestría, al planificar una boda y hasta un embarazo.
Tenía miedo de afrontar todas esas cosas, de ya no poder hacerlas, pero el Señor es grande y lo voy a poder hacer, tengo fe en él. Creo que también fue sabio en elegir mi familia y las personas que ahora me rodean son las idoneas para acompañarme.
Son tres meses en los que llevo tratamiento, son tres meses en los que tengo sentimientos encontrados cada día, sólo espero con ansias el momento en el que deje de llorar y me sienta más fuerte que la enfermedad.
Mientras tanto voy a seguir disfrutando de mi regalo cada día.

Comentarios

Entradas populares