Festi Jazz ..... viajes musicales
Gabriela Alejandra Agreda Zambrana
Desde el martes, cada noche Cochabamba está envuelta en una atmósfera musical. Los oídos se sorprenden con cada participación. No sabes qué esperar de cada grupo; siempre hay algo nuevo y durante estos días lo nuevo fue muy bueno.
Las paredes del Teatro Adela Zamudio atestiguaron el bullicio de un público exigente, impaciente a momentos pero satisfecho cada vez que el espectáculo terminaba y abandonaba sus butacas.
Es que la música tiene ese poder de cautivar todos tus sentidos y transportarte hacia lugares que están secretamente camuflados en el alma.
Después de oir semejantes interpretaciones, ya no es un secreto que Bolivia alberga una cantidad y cuaidad de músicos que viven y disfrutan de los sonidos que emiten sus instrumentos al ejecutarlos.
Hablemos de los viajes, en mi caso, primero me llevaron a los parajes más inocentes, inocencia y dulzura que solo un niño (creo posible) es capaz de transmitir a más de cien personas.
André es virtuoso, y demuestra evidente pasión cada vez que toca la música que él ama. Acompañado de dos intrumentos más, se robó los aplausos y la ovación del público cuando su performance concluyó.
Fuimos privilegiados también con la presencia de músicos brasileños, daneses, alemanes y franceses. Creí que al realizar sus interpretaciones escucharía un jazz típico y tradicional, fiel a sus orígenes .... Sin embargo grande fue la sorpresa al escuchar la fusión de tantos intrumentos y ritmos, tantas culturas expresadas musicalmente.
Los juegos de cada sonido, la ejecución de solos con diferentes instrumentos, la personalidad de cada músico y las performances impecables eran un viaje a otra dimensión. Cada pieza era capaz de trasnportarme hacia algún viejo recuerdo, o simplemente toda la multitud que estaba ahí desaparecía. Mientras mi mente realizaba todos esos viajes me di cuenta de que la música transforma al ser humano, le pone ritmo a su vida.
Por horas, minutos, tal vez segundos nada más es importante que estar ahí sentado, nada es más gratificante que contemplar tanta belleza.
Desde el martes, cada noche Cochabamba está envuelta en una atmósfera musical. Los oídos se sorprenden con cada participación. No sabes qué esperar de cada grupo; siempre hay algo nuevo y durante estos días lo nuevo fue muy bueno.
Las paredes del Teatro Adela Zamudio atestiguaron el bullicio de un público exigente, impaciente a momentos pero satisfecho cada vez que el espectáculo terminaba y abandonaba sus butacas.
Es que la música tiene ese poder de cautivar todos tus sentidos y transportarte hacia lugares que están secretamente camuflados en el alma.
Después de oir semejantes interpretaciones, ya no es un secreto que Bolivia alberga una cantidad y cuaidad de músicos que viven y disfrutan de los sonidos que emiten sus instrumentos al ejecutarlos.
Hablemos de los viajes, en mi caso, primero me llevaron a los parajes más inocentes, inocencia y dulzura que solo un niño (creo posible) es capaz de transmitir a más de cien personas.
André es virtuoso, y demuestra evidente pasión cada vez que toca la música que él ama. Acompañado de dos intrumentos más, se robó los aplausos y la ovación del público cuando su performance concluyó.
Fuimos privilegiados también con la presencia de músicos brasileños, daneses, alemanes y franceses. Creí que al realizar sus interpretaciones escucharía un jazz típico y tradicional, fiel a sus orígenes .... Sin embargo grande fue la sorpresa al escuchar la fusión de tantos intrumentos y ritmos, tantas culturas expresadas musicalmente.
Los juegos de cada sonido, la ejecución de solos con diferentes instrumentos, la personalidad de cada músico y las performances impecables eran un viaje a otra dimensión. Cada pieza era capaz de trasnportarme hacia algún viejo recuerdo, o simplemente toda la multitud que estaba ahí desaparecía. Mientras mi mente realizaba todos esos viajes me di cuenta de que la música transforma al ser humano, le pone ritmo a su vida.
Por horas, minutos, tal vez segundos nada más es importante que estar ahí sentado, nada es más gratificante que contemplar tanta belleza.
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